Saturday, January 29, 2005

 

La vida es sueño

Hace días que no escribo nada. No es fácil, ya que mi mente anda torpe, confusa.
No duermo bien últimamente, el agotamiento se acumula como pequeñas capas de polvo sobre un mueble. Pare este cansancio como consecuencia un entumecimiento que me entorpece, paraliza mi línea de pensamiento.

Paso largas horas nocturnas en un estado de duermevela en que mi cuerpo parece deslizarse, sin voluntad, bajo la superficie de una corriente de agua tibia, enrarecida, que lejos de purificarme me resulta pegajosa y agobiante. Casi sin enterarme, desciendo a un mundo onírico intenso tan absurdo a un tiempo como real que me inquieta, me turba para, de nuevo, precipitarme inesperadamente a la superficie de un modo tan brusco que no sé si es más auténtico el mundo al que he llegado o el que he dejado tras de mí.
Me arrastro a lo largo del día con el agotamiento adherido a mi espalda como escamas de pescado, en la búsqueda de mi reencuentro con mi lecho pero sin el consuelo de un descanso reparador después.

Mi amiga Lolita dice que la culpa es del viento que trastea con mis persianas y canta, por la noches con su voz intrigante. El viento, dice, hace que estemos eléctricos y más sensibles.
Tal vez sea así.
O eso, o estoy contrayendo la gripe.

Os deseo sueños dulces y profundos.

Thursday, January 13, 2005

 

Deportes alternativos

Ya está de vuelta enero y con él mucho mal humor. Cada uno tiene sus razones. Hay quien ha gastado todas sus sonrisas en los buenos deseos navideños, quien ha dejado de fumar, quien ha empezado la dieta, quien está sin blanca después de que, como Atila, la compra de regalos y rebajas por su bolsillo no haya dejado tras si ni el verdear de los campos. Hay quien, incluso, sufre de todo esto al mismo tiempo.

Yo estoy en el grupo de los incautos de la dieta post-atracones festivos. ¿Qué hacer? La idea de morir de inanición no me apasiona.
Sabiendo de mi rechazo a cualquier esfuerzo físico, un colega me habló de un gimnasio maravilloso del que es asíduo que debe ser segura sucursal del Paraíso en la tierra. Así, posee salas de masaje, de diferentes tratamientos de belleza, saunas, baños turcos... La tentación era casi insoportable. No obstante, cuando fuí consciente de que la razón que me arrastraba allí era la de seguir haciendo el vago de la manera más placentera posible concluí que había que buscar otro modo de conseguir mi objetivo.

Tengo una amiga, amante de las emociones fuertes, que relata, de vez en cuando, las bondades de realizar actividades de riesgo con la esperanza de atraerme como nueva adepta a esta religión actual de darle un caprichito al instinto tanático que todos poseemos, sin saber, que gracias a mi empleo mi adrenalina siempre sobrepasa los niveles que recomiendan en el campo de la medicina. El día que decida suicidarme lo haré de alguna manera cómoda.

Pero todo esto me ha hecho pensar en diferentes medios de perder peso de manera innovadora, barata y si no se pierde ni un gramito, al menos dar un poco de emoción al tedio diario.
De momento se me ha ocurrido esto que está relacionado con medios de transporte, para moverse sin desplazar ni un pie:

1-AUTOBUSING:
Entiéndase con esto el acto de subir en un autobús urbano.
Carezco de datos para saber si en todas las provincias españolas ocurre lo mismo, en Zaragoza hay algunas lineas de este medio de transporte en las que estoy convencida que los conductores adquirieron el carnet de conducir en el rally Paris-Dakar.
Una vez que se accede al vehículo hay que agarrarse como si la vida fuera en ello al primer saliente que se encuentre, ya que una vez que este monstruo se ponga en movimiento se desplazará más rápido y salvaje que si hubieramos montado en un dragón.
Deslizándonos, evitando sobeteos ejercitaremos fuerza, destreza, flexibilidad.
Disfrutaremos así de un surf urbano con la ventaja de que uno llega al final de su trayecto seco.
Hasta hace poco también solía ser una sauna estupenda en los meses estivales para perder grasa. Ya hay aire acondicionado, lástima, ahora sólo es un foco productor de gases tóxicos debido a la ausencia de desodorante que ya querría para sí un país en guerra como arma letal.

2-TAXING:
Este deporte en realidad sólo sirve como excitante de adrenalina a los amigos de las emociones extremas. Ya que ejercicio físico no se ejecuta.
A- Se precisa de un taxista nerviosito al volante. Para eso hay que tener un poco de paciencia porque no todos los taxistas, gracias a Dios, tienen en poca estima su integridad física. Es como los pimientos del Padrón "que unos pican y otros non".

B- Esperar ese taxi en una hora punta de tráfico, para entonces el 80% de los conductores ya estarán un poco tensos, es cuestión de tiempo que uno cometa una infracción cerca de nuestro taxista como adelantar a destiempo o no dejarle pasar.

C- Entonces lo conveniente es agarrarse fuerte como si se estuviera en un aparato de feria. El taxista baña de improperios al otro conductor como si este estuviera a 10 centímetros de sí y además fuera sordo mientras el taxi se salta alegremente todas las normas de circulación contigo dentro.
Hubo una vez, que en su ira, un taxista que me llevaba incluso circuló por la acera para adelantar a un vehiculo que se había convertido en su Moby Dick particular.
Si no es suficiente, basta esperar llegar a destino y ver a cuanto asciende el desplazamiento ahora que han vuelto a subir las tarifas.

3- SUBIR-EN-COCHING
Para aragoneses, gente de provincias próximas y aventureros.
Tan sencillo como subir en coche para recorrer el trayecto entre Zaragoza y Teruel. Ciento y pico kilometros en su mayor parte en un único sentido, con gran afluencia de camiones y muchos conductores con prisa por llegar al Reino de los cielos. Los adelantamientos son dignos de una buena película de ciencia ficción.
Hay con frecuencia situaciones en que ves acercarse hacia tí algún vehículo a toda velocidad que sólo se retira cuando tú ya estás rezando tus oraciones o preparando tu discurso de entrada al Reino de los Justos cuando te vieras delante de nuestro señor Jesucristo.
Buenísimo para mantener los músculos del estómago firmes. No puedes evitar encogerlos en la travesía.
No apto para gente con problemas cardiológicos.

Por hoy ya vale. Seguiré informando.
Un abrazo de bufanda grandota.

Monday, January 10, 2005

 

Uno más en la familia

Acabo de adoptar un árbol. He levantado la tapa del contenedor de basuras y me lo he encontrado ahí, solito, vestido todavía con sus galas de Navidad y casi desnudito de hojas.
Cumplido ya su cometido de embellecer la entrada a alguna tienda del barrio ha sido abandonado a su suerte con los desperdicios.

Así que, ante la mirada atónita del viandante matutino, lo he sacado (con cierta dificultad) del contenedor, lo he llevado a casa y le he dado cobijo en la terraza para que se haga amigo del geranio, los dos arbustitos y una planta esmirriada que viven allí. Una vez bien regado le he bautizado como Manolo.

No sé si Manolo ha salido ganando o perdiendo en mi compañía porque tengo una memoria fatal para regar plantas. Yo lo trataré con cariño para ver si revive dado que su mal estado de salud no me permite ser muy optimista. No obstante, si tiene que morirse al menos que lo haga en un entorno amigo.

Hace un tiempo decidí que sólo tendría plantas que se ganaran su manutención. Tuve a Paquita (una plantita carnivora que ya feneció), ajos y guindillas (que su buen papel hicieron en mi cocina) pero mi abuela, que es una convencida amante de las plantas me regaló las que tengo. Como mi abuela tiene a sus plantas mimadísimas imagino que éstas cuando me conocieron lamentaron su suerte y de haber tenido patas se hubieran ido de casa muy a gusto o al menos se hubieran dado un paseíto hasta la cocina para beberse un vaso de agua cuando están un poco desatendidas. Hasta que una vez me fui de viaje de estudios con alumnos a Italia y a mi marido ni se le pasó por la cabeza que las plantas necesitan agua. Me las encontré en un estado que me sorprende que no vinieran a recibirme a la puerta de casa como señal de bienvenida. Desde entonces nos hemos habituado ellas a mí y yo a ellas.

Ya os contaré si Manolo sobrevive.

Besos con café con leche.




Sunday, January 02, 2005

 

Recetas de cocina a la Armada invencible

Soy una mujer de hoy. Que no quiere decir que sea una super-woman: trabajadora, esposa, excelente ama de casa que además saca tiempo para tener un tipo de muerte y estar super-sexy, amiga de mis amigos, mujer de mi tiempo con gran fondo de armario lleno de ropa de diseñadores pero al mejor precio, etc.

No, no pertenezco a ese grupo de féminas paranormales que viven principalmente en las revistas para "mujeres", con todos mis respetos, ya me gustaría ser todo terreno.
Cositas sé hacer muchas y casi todas regular. Mis habilidades son todas de superviviencia. Por ejemplo, mis cualidades culinarias que se basan principalmente en que preparo platos que sirven para no morir de hambre pero que no son precisamente algo de lo que pueda vanagloriarme.

Libros de recetas poseo más que la biblioteca municipal pero, como he dicho antes, soy mujer de hoy, que significa que una vez que llego a casa después de trabajar lo último que me apetece es complicarme la existencia en buscar ingredientes dignos de alquimistas, cocinar durante horas para un resultado que rara vez tiene que ver con lo que aparece en la foto o con el deleite para los sentidos que consigue mi madre utilizando los mismos materiales. Y si tengo que cocinar para amigos y/o familiares reproduzco platos que no hayan probado si es posible para disimular mis defectillos en la cocina.

Sin embargo, hay un momento al año, en que inevitable e invariablemente toca meterse en harina y no sólo metafóricamente hablando. Ocurre, Tachán-tachán, durante la visita a mis suegros. ¿Por qué?.
Vereis, los que no me conocéis debéis saber que yo estoy casada, o eso dice ese tipo alto que tengo suelto por casa, con un alemán. Y mis suegros, comparten esa nacionalidad suya. Lo cual implica una visita a Deutschland al año como mínimo que siempre es grata pero es la que tarde o temprano se espera que yo cocine una receta española T-R-A-D-I-C-I-O-N-A-L. Porque mi suegra, pobre mujer que es una santa, debe pensar que yo soy muy mañosita en estas lides mientras que a mí me entran sudores frios sólo de pensarlo.

Ella me mira con admiración, angelito, como si se fuera a encontrar con un truco de mágia. A veces, me da ingredientes ella misma. Este año me dió una col blanca, mandarinas, olivas turcas especiadas, tomate, pepino, queso, aceite de soja, vinagre de manzana y pimienta y me dice: -¿Cómo haces tú esta ensalada?- Ganas me dan de decirle que admiro su devoción por mí como si yo fuera el famoso cocinero Ferrán Adriá pero que para mí eso es como la formulación de un problema de matemáticas que yo no sé contestar. Al final la ensalada sale, para mi sorpresa está bastante buena, sin embargo, no es una receta española, que yo sepa.

Elijo recetas sencillas que todos los años, sin remisión, terminan fusiladas a mis manos. Por la fatídica combinación de tres elementos: mi torpeza, los ingredientes que encuentro no coinciden con lo que yo necesito y chismes de cocina inadecuados. Así he destrozado hasta ahora las recetas de la zarzuela de pescado (cualquier parecido con la realidad era algo inexplicable), el arroz a la cubana (con arroz basmatí con curri, platano y huevo frito pegados a la sartén , tomate demasiado dulce, y todas las especias que encontré, ¡Viva la Pepa!) y la tortilla de patatas (las patatas estaban medio crudas, los huevos se pegaban en una primera sartén que cambié por otra que directamente me cargué, 24 horas duró el olor a quemado en la casa). Este año le ha tocado sufrir a la empanada.

Los productos finales que salen del fuego son comidos sin rechistar, incluso aquella tortilla del infierno. Claro, que mi suegro, en lo que sospecho es un intento de salir con vida, baña los platos de tanta pimienta que ignoro si llega a distinguir su sabor.
Me sorprende que todavía me dejen que me acerque a las ollas y sartenes de esa casa sin rencor.
Más aún, mi suegra, copia la receta en un cuadernito y escribe con su cuidada caligrafía: Empanada, arroz a la cubana, Zarzuela de pescado o tortilla "a la Dalia", mejor haría en escribir "a la Armada invencible" porque lucho contra los elementos al igual que hiciera ésta en su día y tampoco muy exitosamente que digamos.
En cualquier caso, habrá que ir pensando qué preparo la próxima Navidad.

Espero que hayáis pasado todos buenos días y aquellos que paséis por momentos delicados que estas fechas os hayan dado algo de tregua en vuestras preocupaciones.

Besitos con chocolate caliente.



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