Tuesday, June 27, 2006

 

La noche en la que casi maté a mi hermana.

Que sí, que parece que me dejo querer de entrada a entrada de blog. Es el trabajo y no mi voluntad casquivana la que me separa de vosotros.
Llevo una temporada en que sólo preparaba y/o corregía exámenes.
Corregía en mi tiempo libre, en los huecos en que mandaba ejercicios en clase, corregía durante los videos que les ponía a los alumnos, corregía en los autobuses, corregía en la consulta del médico, corregía mientras hablaba por teléfono...
Ya lo dijo Churchill: "Corregiremos en las playas, corregiremos en los lugares de aterrizaje, corregiremos en los campos y las calles, corregiremos en las montañas. Jamás nos rendiremos". (¿O dijo "lucharemos" en lugar de "corregiremos"? Necesito vacaciones YA)

Al hilo de la entrada anterior me han venido a la cabeza historias de mucho pavor que me acontecieron a mí, a amigos, a conocidos o a las personas a las que ocurrieron terrorificos eventos en lo que no dejan de ser leyendas urbanas. Sin embargo, que no confunda el título, me llevo maravillosamente con mi hermana superadas las peloteras fraternales de la infancia. Casi la mato, pero sin querer.

Hace unos años fue muy famosa la historia de unas presuntas psicofonías en la actual casa de America en Madrid en las cuales una voz suplicante de una niña llamaba a su madre. Tan famosas fueron que en una revista regalaron un cassette con una copia de dichas grabaciones y como mi padre conocía de mi interés por lo oculto me dió a mi la cinta que me dispuse a escuchar inmediatamente.

Compartir cuarto es, a menudo,una tarea ardua. Al menos para nosotras en la adolescencia. Mi hermana es una persona generosa y músical lo que me ha obligado a sufrir durante lo que me parecieron años sin fín la música de Elvis Presley una y otra vez. En esas estaba el día de autos en que yo recibí el casette. Ella había salido de casa dejando la música puesta a un volumen que bien parecía que un concierto estaba teniendo lugar en nuestro cuarto. Yo sustituí su cinta por la mía en el aparato de música y la estuve escuchando durante un rato. Lo que no advertí es que mi hermana estaba grabando de cinta a cinta su amado Elvis y que al cambiar la cinta, esta comenzó a grabar su macabro contenido.

Ese mismo verano mi hermana y yo pasamos un mes en Irlanda alojadas en familias diferentes y una noche, ella se encontraba a oscuras tumbada en la cama de su cuarto escuchando baladas del señor Presley en su walkman cuando, de pronto y sin previo aviso, la grabación se cortó y se escucharon unos lamentos que casí le paralizan el corazón; una niña de ultratumba decía:

-"Mamaaaaaá, Mamaaaá, no tengo mamá"-

Aterrada, a oscuras, en un cuarto ajeno y un país desconocido no acertaba a adivinar qué hacer porque ni se atrevía a moverse ni mucho menos a encender la luz. Se le pusieron los ojos como platos, sus sentidos se aceleraron, se llenó de un sudor frio y el corazón le martilleaba en el pecho y pensó que habrían llegado sus últimos momentos y ya cuando su miedo no podía ser mayor se escuchó la voz del presentador de la cinta:
-"Han escuchado ustedes el contenido de las grabaciones realizadas en el palacio y bla, bla, bla"-
la bronca que me cayó al día siguiente fue épica y el caso es que yo no podía entender porque mi hermana estaba tan enfadada hasta que atando cabos me dió un ataque de risa.



Labios como plumas en la base del cuello.

Thursday, June 01, 2006

 

Good vibes

Tengo un problema. Casi todo me da miedo. Me da miedo que le pase algo a mis seres queridos, a mí, quedarme sin empleo, no ser competente, que nadie me quiera, la enfermedad, la muerte, los aviones, los coches, lo conocido, lo desconocido, suma y sigue.
Menos mal que tengo la insensatez y el sentido común a partes iguales lo cual me permite seguir haciendo de todo a pesar de la inseguridad que pueda sentir. El hecho, por ejemplo, de tener un miedo visceral a morir en un accidente de coche o de avión no me ha privado de ser usuaria de esos medios de transporte y haber visitado 15 paises que no serán los únicos.

La parte anecdótica, sin embargo, es que paradojicamente, no puedo evitar tener curiosidad por ver un programa como Cuarto Milenio cuando a mí, el mundo de los no vivos me da mucho respeto para cachondeo de mi familia y conocidos. Es como la frase sobre las brujas en Galicia. "Yo creer, no creo pero haberlas haylas", lo mismo.
Peter, racional como es, se niega a verlo conmigo y prefiere aprovechar para trabajar en sus cosas en otro cuarto y ahí me quedo yo, enquistada en el sofá, solita, por la noche, pasando miedos peludos y tragándome historias sabiendo que luego no podré dormir o tendré unas pesadillas que no tienen nada que envidiar a las victimas de Freddy Kruegger en Nightmare on Elm Street.

Una teoría repetida en este programa es que hay lugares "malditos" que están cargados de energías negativas debido a que allí ocurrieron hechos trágicos que de algún modo impregnaron el emplazamiento. Son zonas donde personas sensibles o sugestionadas ven, sienten o creen sentir presencias, incomodidad, tristeza... Un ejemplo claro de estas zonas sería el pueblo viejo de Belchite que permanece en pie a pesar de su presencia fantasmal que le da una apariencia de un gran castillo de arena rojizo erosionado por las olas del tiempo.
Al margen que uno se crea o no las psicofónias allí grabadas con ruidos de bombardeos y aviones de la guerra civil, es un lugar tan tétrico que a cualquiera se le cae el alma a los pies si se pasea por sus calles derruidas por las bombas y la desidia.

Y mi pregunta es: ¿Si es posible que haya lugares en los que el dolor se ha quedado almacenado para épocas posteriores podría haber también lugares que estuvieran cargados de buenas vibraciones y proporcionaran una sensación de bienestar el recién llegado? Esos espacios en que han ocurrido eventos que nos han llenado de alegria, esperanza y felicidad podrían también empaparse de "buen rollito" como dirían mis alumnos. Aquella habitación donde amé tan profundamente y fui amada con todo el corazón, aquel sitio dónde os ocurrieron cosas buenas, aquel paraje dónde los atardeceres son tan magnificos que sobrecojen el corazón, aquel rincón donde una persona encontró la paz, aquel lugar donde nació ese hijo tan deseado que llenó de dicha a sus padres, aquella casa donde fuisteis felices...
No estaría mal. ¿verdad?


Un beso con mermelada de frambuesa, que todo lo que lleva frambuesa me tienta.

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