Friday, March 23, 2007

 

Para estar bella hay que sufrir

Siempre he sido una paciente malísima, me puede la impaciencia de no poder tomar las riendas de mis rutinas diarias a mi voluntad y eso va paulatinamente transformándose de ligero malestar a una mala leche que no hay modo de controlar. Y si no que se lo digan a mis alumnos, que cuando llegué a clase con un dolor de cabeza terrible y un mareo inducido por este medicamento del infierno me recibieron cantando el aria de la reina de la noche de La flauta mágica de Mozart en voz de falsete, melodía que solo terminó cuando empecé a expulsar alumnos de clase bajo todo tipo de amenazas y tiré un bolígrafo de uno de ellos por la ventana (aunque esto último ya no me acuerdo por qué lo hice). En otras circunstancias me encanta este aria por muy tópica que sea pero tener a un grupo de adolescentes desafinando con voz de pito, a grito pelado, más próximos a derribar los muros de Jericó que a emocionarme fue demasiado para mí.

Harta ya de este malestar decidí hacer de una buena vez lo que el cuerpo me pedía a gritos: darme algún capricho. Me habían hablado de unos masajes combinados con un tratamiento de algas que me iban a desintoxicar de vaya a saber usted de qué pueden estar intoxicadas las piernas, me iban a hidratar y casi iba a dejarme rubia de ojos azules.
Para cuando la chica del mostrador del centro de estética terminó de explicarme las bondades del tratamiento lo que saqué en claro que este tratamiento lo único que me iba a sacar era mi dinero de la cartera para engordar su caja registradora pero me dije: -¡Qué demonios!¡Voy a dejarme querer y me lo hago! Porque yo lo valgo-

Una chica me acompañó a una sala en penumbra, me dio una braguita de papel, me dio unas friegas con algas, me tapó con una papel que se asemejaba al papel de aluminio y me tapó con una manta eléctrica.
-Te voy a dar una dieta- dijo ella sin mirarme
-¿Por qué una dieta? Yo no quiero una dieta-
-Chica, estarás mejor si sigues una dieta con estos masajes-
-Yo no quiero adelgazar, además estoy siguiendo una medicación que me deja zombie gran parte del día y no sé si es muy buena idea que siga una dieta-
-En ese caso es mejor que no la sigas-

Tras dejarme marinarme en aquella salsa de algas como a una pechuga de pollo durante 20 minutos, volvió la muchacha con una toalla, una mini batita, me dijo que me duchara y me tapara con la batita que inmediatamente vendría a por mi pero el tiempo transcurría y yo estaba abandonada a mi suerte bajo aquella tenue luz. Sin saber qué hacer, salí al pasillo enfundada en aquella diminuta bata para descubrir que al final del pasillo había un chico al que le cortaban el pelo con un rostro de agradecimiento de ver que por fin ir a una peluquería de señoras le traía alguna alegría que en ese caso era yo paseándome sin apenas tela que me tapara. Adentro al cuarto otra vez. Nadie se acordaba de mí así que volví al pasillo hasta que se dieran cuenta de que tenían a una clienta medio en pelotas dando vueltas sola y se apiadaran de mí. Mano de santo. Al momento otra chica me metió en otra salita para recibir mi ansiado masaje.

-Te vamos a dar una dieta que la primera semana es muy dura porque ya te aviso que está muy decompensada, es hipocalórica y hay gente que se marea pero que hace que se pierda mucho peso y luego te daremos otra para mantenerte-
Por Dios, ¡Qué obsesión con las dietas! Pero si ya le había dicho a su compañera que no quería dietas.
-Mira, mona, no tengo la menor intención de ponerme a dieta primero porque estoy en mi peso y después porque no quiero seguir un régimen que me dé una chica sin conocimientos médicos y que debe estar prohibido por la Convención de Ginebra sólo porque aquí sea costumbre poner a dieta hasta a las mujeres que vienen a cortarse el pelo, yo sólo quiero los masajes-
Me miró como se debe mirar a los marcianos preguntándose en su cabecita cómo era posible que hubiera una mujer que NO quisiera ponerse a dieta.
-Ya he comentado a tu compañera- añadí- que sigo una medicación que ya me marea de modo natural así que si sigo tu régimen me desmayaré antes de salir de casa-
-¿Y qué medicación es? Se lo preguntaré a una médica que viene aquí para ver si es conveniente que sigas una dieta o no más adelante- dijo incrédula la cacho pesada de ella tomándose el asunto como algo personal.
¿No decían que los masajes eran relajantes? Yo estaba a punto de ponerme a discutir con ella y pegarle con la botella de aceites en la cabeza.
Supongo que se llevaría una comisión si le decía que sí y aceptaba seguir su condenado régimen pero yo no me veo mal. Tengo curvas ¿y qué? Tenía entendido que eso era normal siendo mujer y hoy por hoy sigue siendo legal. Nunca seré una Paris Hilton o una Kate Moss. Tampoco quiero serlo.



Besos frescos, naturales, sin artificios y tan llenos de pasión como los que más.

Saturday, March 03, 2007

 

Lucy in the sky with diamonds

Es amarilla, ovalada y aparentemente inofensiva. Espera pacientemente en la encimera de marmol a que le haga caso. Voy haciendo tiempo recogiendo platos limpios, cacerolas, sacando el plástico para reciclar a la puerta, ordenando los libros que me voy a llevar... como si mi cita con ella no fuera irreversible. No queda otra, ¡vamos allá! Pongo agua en un vaso y la trago.

El médico parecía muy satisfecho en su elección.
-No te afectará al higado, al estómago o a órganos vitales- dijo incluso antes de que yo le preguntara nada.-Es de lo mejorcito que hay en el mercado- prosiguió en las virtudes de medicamento tan reputado.

-Sí, vale, eso es estupendo ¿pero no me afectará a la atención? He visto alumnos míos a los que medicaciones similares los dejan como a los budas: sentaditos, inmóbiles y sin responder a estímulos externos-

-Estoooo, este medicamento no tiene efectos secundarios aunque, claro está, hay gente muy sensible a los fármacos-

Me pareció que rehuía del tema. A mí eso de que un medicamento no produzca efectos secundarios me suena a cuento chino, o debe ser, como dice mi galeno, que hay gente muy "sensible" y yo, en este tema, a sensible no me gana nadie.

Desde luego el prospecto no era tan optimista. Tiene una lista de efectos adversos casi más extenso que el resto de la información que ofrece sobre el producto. Entre los más reseñables nombra: transtornos del sistema nervioso, psiquiátricos (¡incluso pensamientos suicidas!), digestivos, laberínticos, del oído, visuales, respiratorios, sanguineos y de la piel. Pues si eso no es tener efectos secundarios que venga Dios y lo vea.

Además me han dicho que no puedo beber alcohol. Teniendo en cuenta que empecé a beber alcohol a los 30 años ( y no es broma, el sabor no me gustaba) y que yo limitaba su ingesta a una copa de vino o dos en las comidas cuando comemos fuera el fin de semana se puede decir que mi incursión en los terrenos Dionisíacos ha sido realmente breve.

Aprovechando que hoy todavía no me está afectando la pastillita dichosa aprovecho para escribir porque dentro de unas horas me sentiré como si estuviera llevando puesto un cuerpo que no es mío y no supiera como manejarlo. Todo aparecerá amortiguado a mis sentidos. Tendré que asegurarme varias veces de lo que leo, escribo y oígo porque mi cabeza se ve incapacitada de asimilar la información a la primera y me entrará sueño, que digo sueño, entraré en las primeras fases de hibernación. Podría dormirme andando perfectamente si cierro un ojo.

Menos mal, que como reza el prospecto, no tengo que manejar maquinaría pesada porque me estamparía de seguro en alguna pared. De hecho, casi no debería estar autorizada ni a manejar el bonobús porque más de una vez intento pasar en su lugar la tarjeta de fidelización del supermercado por el lector del autobús.

La parte positiva es que el stress ha desaparecido por completo. Es más me importa todo un rábano. Nunca me he fumado un porro, ni he tomado ninguna droga pero supongo que esto debe ser lo más parecido a lo que se siente salvo que no me da la risa tonta.

Tengo que subir la dosis desde 500 miligramos al día que estoy tomando ahora hasta 2000 miligramos en tres semanas y seguir así varios meses. Cualquier día empezaré a tener alucinaciones o tendré la misma capacidad de reacción de una berenjena.

¿Aún me querréis entonces?


Besos de los que despiertan a las bellas durmientes.

 

¿Qué me pasa, doctor?


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