Friday, December 17, 2004

 

Peligro, La Navidad anda suelta.

PRIMERA PARTE: BUENAS INTENCIONES
A mi me gusta la Navidad. Me gusta reunirme con mi familia y volver a ver mi familia política. Son los regalos los que me matan. Esa pérdida anual inevitable de tiempo, dinero y energía.
Este año quería que los regalos fueran perfectos, sin embargo, vistos los prohibitivos precios y y la poca variedad de posibilidades ya me conformo con que únicamente sean regalos.

SEGUNDA PARTE: PEREGRINO, ¿A DÓNDE VAS SI NO SABES A DÓNDE IR?
A pesar de haber empezado este mes mi peregrinación comercial mucho antes, el éxito ha sido infructuoso. No encuentro nada después de días y días de búsqueda con subidas, bajadas, tiendas de barrio, establecimientos laberínticos, lugares originales... ¡Socorroooooo!
He llegado al punto en que me dejo aconsejar. Y ya me rindo ante la idea de comprar los regalos típico-tópicos (corbatas, perfumes, libros, CDs)

TERCERA PARTE: CAPITULACIONES
Pongamos un ejemplo: un perfume para las mujeres.
Enciendo la tele y trago sin rechistar la marea de anuncios de fragancias en que aparecen mujeres lánguidas con vestidos etéreos que arrojan pétalos de flores, y con sonrisa antinatural se retuercen y se rebozan por el agua (o la arena, o el cesped, o la tierra, o lo que sea) como si hubieran tomado alguna sustancia psicotrópica o mujeres, en teoría, seguras de si mismas pero que están vestidas y se comportan como si fueran prostitutas de lujo. No veo representadas a las mujeres de mi familia ni como princesas élficas de "El señor de los Anillos" ni como a señoritas de virtud relajada. Esto no me ayuda. Habrá que presentarse en la tienda en carne mortal.

CUARTA PARTE: LA ODISEA
Acudo a un centro comercial en el que pueda olisquear a mis anchas colonias y aromas varios sin que me persigan guerrillas de señoritas de uniforme armadas con frascos esperando que pase por algún pasillo para atacarme y atufarme de un modo que seguro debe estar prohibido en la convencion de Ginebra. Empiezo extendiendo un poco de perfume en mi mano, la agito, espero un momento para que se defina el olor definitivo en la piel, pongo cara de interesante y admiro en el aroma, como si fuera una enóloga, los diferentes elementos de la naturaleza presentes en la composición del producto. Diez minutos más tarde, ni tengo partes de mi cuerpo visibles carentes de esencias, ni mi nariz, embriagada, responde a estímulos olfativos. Intoxicada, vuelvo a casa. He perdido otra batalla. Tendré que volver en otro momento.

QUINTA PARTE: CONSECUENCIAS
Incapaz de volver a repetir el suplicio de olfatear botellitas grandes y pequeñas, me decido por la primera que probé o por una combinación de colonia+crema hidratante/gel de baño+vela (o tonteria similar) que da la impresión de ser "más regalo".

LLega el día de autos y al desenvolver el papel brillante, la persona receptora de mi obsequio me mira con una sonrisa forzada que significa : "vaya-por-Dios-otra-colonia-qué-poca-imaginación-todo-por-no-molestarse". No me amilano, lo importante es participar.

Un abrazo de tamaño familiar para todos.




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