Sunday, January 02, 2005

 

Recetas de cocina a la Armada invencible

Soy una mujer de hoy. Que no quiere decir que sea una super-woman: trabajadora, esposa, excelente ama de casa que además saca tiempo para tener un tipo de muerte y estar super-sexy, amiga de mis amigos, mujer de mi tiempo con gran fondo de armario lleno de ropa de diseñadores pero al mejor precio, etc.

No, no pertenezco a ese grupo de féminas paranormales que viven principalmente en las revistas para "mujeres", con todos mis respetos, ya me gustaría ser todo terreno.
Cositas sé hacer muchas y casi todas regular. Mis habilidades son todas de superviviencia. Por ejemplo, mis cualidades culinarias que se basan principalmente en que preparo platos que sirven para no morir de hambre pero que no son precisamente algo de lo que pueda vanagloriarme.

Libros de recetas poseo más que la biblioteca municipal pero, como he dicho antes, soy mujer de hoy, que significa que una vez que llego a casa después de trabajar lo último que me apetece es complicarme la existencia en buscar ingredientes dignos de alquimistas, cocinar durante horas para un resultado que rara vez tiene que ver con lo que aparece en la foto o con el deleite para los sentidos que consigue mi madre utilizando los mismos materiales. Y si tengo que cocinar para amigos y/o familiares reproduzco platos que no hayan probado si es posible para disimular mis defectillos en la cocina.

Sin embargo, hay un momento al año, en que inevitable e invariablemente toca meterse en harina y no sólo metafóricamente hablando. Ocurre, Tachán-tachán, durante la visita a mis suegros. ¿Por qué?.
Vereis, los que no me conocéis debéis saber que yo estoy casada, o eso dice ese tipo alto que tengo suelto por casa, con un alemán. Y mis suegros, comparten esa nacionalidad suya. Lo cual implica una visita a Deutschland al año como mínimo que siempre es grata pero es la que tarde o temprano se espera que yo cocine una receta española T-R-A-D-I-C-I-O-N-A-L. Porque mi suegra, pobre mujer que es una santa, debe pensar que yo soy muy mañosita en estas lides mientras que a mí me entran sudores frios sólo de pensarlo.

Ella me mira con admiración, angelito, como si se fuera a encontrar con un truco de mágia. A veces, me da ingredientes ella misma. Este año me dió una col blanca, mandarinas, olivas turcas especiadas, tomate, pepino, queso, aceite de soja, vinagre de manzana y pimienta y me dice: -¿Cómo haces tú esta ensalada?- Ganas me dan de decirle que admiro su devoción por mí como si yo fuera el famoso cocinero Ferrán Adriá pero que para mí eso es como la formulación de un problema de matemáticas que yo no sé contestar. Al final la ensalada sale, para mi sorpresa está bastante buena, sin embargo, no es una receta española, que yo sepa.

Elijo recetas sencillas que todos los años, sin remisión, terminan fusiladas a mis manos. Por la fatídica combinación de tres elementos: mi torpeza, los ingredientes que encuentro no coinciden con lo que yo necesito y chismes de cocina inadecuados. Así he destrozado hasta ahora las recetas de la zarzuela de pescado (cualquier parecido con la realidad era algo inexplicable), el arroz a la cubana (con arroz basmatí con curri, platano y huevo frito pegados a la sartén , tomate demasiado dulce, y todas las especias que encontré, ¡Viva la Pepa!) y la tortilla de patatas (las patatas estaban medio crudas, los huevos se pegaban en una primera sartén que cambié por otra que directamente me cargué, 24 horas duró el olor a quemado en la casa). Este año le ha tocado sufrir a la empanada.

Los productos finales que salen del fuego son comidos sin rechistar, incluso aquella tortilla del infierno. Claro, que mi suegro, en lo que sospecho es un intento de salir con vida, baña los platos de tanta pimienta que ignoro si llega a distinguir su sabor.
Me sorprende que todavía me dejen que me acerque a las ollas y sartenes de esa casa sin rencor.
Más aún, mi suegra, copia la receta en un cuadernito y escribe con su cuidada caligrafía: Empanada, arroz a la cubana, Zarzuela de pescado o tortilla "a la Dalia", mejor haría en escribir "a la Armada invencible" porque lucho contra los elementos al igual que hiciera ésta en su día y tampoco muy exitosamente que digamos.
En cualquier caso, habrá que ir pensando qué preparo la próxima Navidad.

Espero que hayáis pasado todos buenos días y aquellos que paséis por momentos delicados que estas fechas os hayan dado algo de tregua en vuestras preocupaciones.

Besitos con chocolate caliente.



Comments:
Hola Dalia:

Llegué a tu blog porque amablemente hiciste un comentario en el mîo: el primero y el ûnico, debo confesar, porque aûn no he informado a mis amigos que estoy publicando mis "casos y cosas" en la red. Me encantô tu artîculo. Me ha divertido mucho y creo que me identifiqué porque ahora estoy viviendo en Francia y como mexicano que soy me han pedido en muchas ocasiones que cocine algo T-R-A-D-I-C-I-O-N-A-L mexicano y debo confesar que no me atreverîa siquiera a intentarlo, mis habilidades en la cocina estân muy por debajo de las tuyas: creo que se me podrîa quemar hasta el agua. Asî que admiro tu valor y suerte para tus prôximas navidades gastronômicas. A propôsito, qué bien se porta tu suegra, valôrala, no hay muchas asî!
 
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