Monday, January 10, 2005

 

Uno más en la familia

Acabo de adoptar un árbol. He levantado la tapa del contenedor de basuras y me lo he encontrado ahí, solito, vestido todavía con sus galas de Navidad y casi desnudito de hojas.
Cumplido ya su cometido de embellecer la entrada a alguna tienda del barrio ha sido abandonado a su suerte con los desperdicios.

Así que, ante la mirada atónita del viandante matutino, lo he sacado (con cierta dificultad) del contenedor, lo he llevado a casa y le he dado cobijo en la terraza para que se haga amigo del geranio, los dos arbustitos y una planta esmirriada que viven allí. Una vez bien regado le he bautizado como Manolo.

No sé si Manolo ha salido ganando o perdiendo en mi compañía porque tengo una memoria fatal para regar plantas. Yo lo trataré con cariño para ver si revive dado que su mal estado de salud no me permite ser muy optimista. No obstante, si tiene que morirse al menos que lo haga en un entorno amigo.

Hace un tiempo decidí que sólo tendría plantas que se ganaran su manutención. Tuve a Paquita (una plantita carnivora que ya feneció), ajos y guindillas (que su buen papel hicieron en mi cocina) pero mi abuela, que es una convencida amante de las plantas me regaló las que tengo. Como mi abuela tiene a sus plantas mimadísimas imagino que éstas cuando me conocieron lamentaron su suerte y de haber tenido patas se hubieran ido de casa muy a gusto o al menos se hubieran dado un paseíto hasta la cocina para beberse un vaso de agua cuando están un poco desatendidas. Hasta que una vez me fui de viaje de estudios con alumnos a Italia y a mi marido ni se le pasó por la cabeza que las plantas necesitan agua. Me las encontré en un estado que me sorprende que no vinieran a recibirme a la puerta de casa como señal de bienvenida. Desde entonces nos hemos habituado ellas a mí y yo a ellas.

Ya os contaré si Manolo sobrevive.

Besos con café con leche.




Comments:
Hola Dalia:

Cômo me divierten tus escritos. Mira que adoptar un ârbol!!! Bueno, no te quiero desilusionar ni soy botânico de profesiôn, pero creo que a Manolo no le quedan muchos dîas de vida, pero si tû no consideras inanimado a un usado ex-ârbol de navidad, encuentro muy loable tu actividad de salvadora de almas, para hacer sus ûltimas horas, relativamente dignas. Un saludo afectuoso,

Rafael Barcelô Durazo.
 
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