Tuesday, March 01, 2005

 

Mens sana in corpore vago

Todo vuelve, la cuesta de enero, las diversas olas de frio, los deseos de días de luz que presagian primavera, volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar y hasta Dalia ha vuelto al gimnasio.

Con la frecuencia que acudo al gimnasio me resultaría mucho más barato contratar los servicios de un preparador personal. Y sin embargo, cuando ya nadie espera mi regreso vuelvo para sorpresa del dueño y admiración mía cuando veo que él me ha echado de menos.

No es que lo nuestro sea una "love story", más bien, todo lo contrario. Desde que me inscribí hemos tenido nuestros tiras y aflojas porque a él, como a todo prosélito de San Deporte del Niño Jesús, no le cabe en la cabeza que a mí no me guste el ejercicio y que no haga sino protestar o negarme a realizar el número de repeticiones de cada tortura que se empeña en mandarme. -"Sólo vienes aquí cuando quieres perder peso para asistir a alguna boda"- me dice con el desprecio de un amante despechado. ¡Qué le voy a hacer!, si le dijera que no vengo por mantener mi peso sino porque me apetece estaría mintiendo. Todas las endorfinas de las que debería estar disfrutando por el mero hecho de mover alguna parte del cuerpo más de la cuenta no parecen hacer mella en mi ánimo, no se dónde estarán, quizás alguien tenga una sobredosis disfrutando de las suyas y las mias.

Sea como fuere, ayer volví al gimnasio, por evitar al dueño me metí en clase de "aerosalsa" (que no es bailar salsa por el aire o quizás si, según como se mire). Al principio, la coreografía consistía en un par de pasos más o menos fáciles que practicabamos durante cinco minutos para, a continuación, cuando ya estábamos confiadas, tener que aprender en tres minutos una serie de 15 pasos diferentes a toda velocidad, algunos de ellos con clara muestra de desafiar las leyes gravitatorias.

Fue una auténtica paliza, al final de la clase ya no podía seguir revoloteando por el tatami como mis compañeras, resoplaba como una ballena e inconscientemente buscaba un rinconcito para descansar y dejarme morir.

Y esa manía que tienen las profesoras de aerobic como método didáctico de decir hasta la saciedad "esta es la última vez" cuando nunca es cierto, y el martirio se repite una y otra vez. Preferiría que dijeran "vamos a repetir este ejercicio 27 veces" así ya me hago la idea, de otro modo me entran instintos violentos de acabar con la vida de estas chiquillas a las que les saco una medía de 10 años como mínimo, claro que para entonces ya no tengo la energía suficiente para estrangularlas y mantenerme en pie al mismo tiempo.

Empecé a sudar hasta acabar bañada en mi propia salsa y me sobraba toda la ropa que llevaba, que tampoco era tanta, dicho sea de paso. Tengo que encontrar un gimnasio en Zaragoza donde pueda hacer deporte totalmente desnuda, esa será mi salvación.

Ni que decir que hoy me duelen hasta partes del cuerpo que ignoraba que pudieran doler. Comentándole estos padecimientos mios a una compañera de clase de alemán aprovechó ella para animarme en este nuevo sufrido periplo para mis carnes-"Eso ocurre unicamente al principio"-dijo y añadió-"Yo he perdido muchíiiisima cadera desde que voy al gimnasio, se pierde un montón"- Miré su breve cuerpecito que es leve como una espiga y que no creo haya albergado alguna vez algo de grasa. Sí, perder algo seguro que perderé, todavia no sé si será sólo el tiempo o también la vida y desde luego, lo que no me cabe duda es que perderé el dinero que empleo a tales efectos.

Besos sin calorías.

Comments:
holaaaa,
al final he leido tu mensajito..
Pues si, yo tambien intento ir al gimnasio una vez por semana y me dio cada paliza que para que... Pero yo hago Bodycombat que es una especie de kickboxing con dos maromos y amenizado por musica heavy... en fin que es de lo mas entretenido..
besitos
anae
 
Dalia, pues sî pertenezco al gremio de la enseñanza de lenguas, pero mâs por razones circunstanciales que por verdadera vocaciôn. Estoy en un programa de intercambio como asistente de español en Francia y ya va a terminar a finales de abril. No habîa respondido porque estuve de vacaciones y he pasado viajando de un lado a otro, pero que parece que tengo Desorden de Personalidad Geogrâfica. Hasta fui de vuelta a tu paîs. Fui a Madrid a hacer un examen de admisiôn para mi maestrîa. Te mando un buen saludo porque, curiosamente, voy a hacer un poco de gimnasio, siguiendo tu sabio modelo. Que estés bien y espero que escribas pronto.

Rafael Barcelô Durazo.
 
¡Cómo te entiendo, Dalia! Yo, casi siempre inconscientemente, he huido de toda práctica deportiva. Solamente a instancia del que era mi profesor de inglés, entré a formar parte de un equipo de baloncesto femenino que él entrenaba. Sabe Dios que yo me lo tomaba en serio (ya que estábamos en ello...), pero no tanto como mis compañeras que luchaban en cada partido como si estuvieran jugando la final de la “Copa del Rey.” El comienzo en la Universidad fue buena excusa para dejar definitivamente atrás el baloncesto, y los abdominales, flexiones,... Pero hace unos meses, pensando en que se acercaba mi 30º aniversario (qué horror, no quiero ni pensar que voy a dejar de ser por siempre jamás una “veinteañera”) consideré que era buen momento para apuntarme por vez primera a un gimnasio y empezar a hacer algo, sobre todo para que mi espalda no se revele dentro de unos años, por tanta dejadez y horas frente al ordenador en malas posturas. Así que llevo siete meses acudiendo a lo que han dado en llamar “control-body”, que es una mezcla de ejercicios de yoga, pilates, tai-chi, etc. He tirado por tierra todos los pronósticos sobre mi constancia en acudir al gimnasio, y no sé yo si no me animaré a incorporarme a las clases de “aqua-gym”... ¡Ya ves! Quién me ha visto... Besos en forma, rosana
 
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