Monday, July 18, 2005

 

La ignorancia es muy valiente

Del mismo modo que un crío se puede poner una capa de supermán y tirarse por un balcón pensando que va a volar, así me tiro yo en plancha en lo que se refiere a los idiomas.

El alemán (entiéndase idioma) no es lo mío. Una cosa es lo que viene en el libro y otra muy distinta lo que la gente habla y escribe. Llega un momento en que no me amilano y en mi búsqueda de autonomía prescindo de traductores, diccionarios y, cómo no, de sentido común.

Por ejemplo: Si hay un cartel que dice " no beber agua de esta fuente porque no es potable" si yo entiendo la palabra "beber" y "agua" mientras que el resto resulta incomprensible, ya me pueden lanzar los perros para evitar que beba porque, si puedo, beberé.

En las conversaciones, sólo acierto a esclarecer en mi cabeza palabras sueltas, pregunto y pido que se repita de un modo más sencillo. Para poco tiempo es una situación tolerable pero mis interlocutores se acaban cansando o ya no quieren hablar conmigo.

Mis queridos compis del curso de alemán saben lo mal que se pasa cuando no entendíamos a la profesora a la que temíamos y como la mente está desarrollada para resolver errores relacionábamos lo que comprendíamos liando un bello tapiz junto con las palabras que confundíamos convirtiendo el mensaje inicial en algo convulso o bien algo, digamos, delirante.

CONVERSACIÓN TIPO: (voy a escribir lo que entendíamos del alemán en letra cursiva para su mejor comprensión)

- Hola, Franz, cómo se encuentra tu madre?-
- Un poco mal, la pobre no duerme bien desde que le atropelló una sartén con peluca rubia que tiene costumbre de posarse en el balcón-

Durante este curso lectivo, mi voluntarioso colega alemán del departamento se tomó como reto personal refrescar mis conocimientos de su lengua materna, creándose situaciones en las que, con posterioridad, en mi querido castellano, yo le preguntaba dónde se encontraba tal o tal objeto y el respondía:
-Lo he dejado en el casillero, te lo he dicho antes, a la hora del café-
Yo pensando, pensando caía en la cuenta de que quizás lo había dicho en el momento en que yo entendí:
-Por cierto, había un gato llamando por teléfono a la embajada austríaca en el despacho del director-
Él, confundido, insistía:
- pero si has entendido eso, por qué no preguntaste?-
Era difícil responderle que era mas divertido lo del gato y que si se analizaba bien hasta tenía cierta lógica.

Mi marido, que es consciente de mis limitaciones de comunicación, cuando ve que llevo un rato poniendo cara de pez, traduce directamente.

Pensaréis que es una falta de respeto para la gente que me rodea, lo cierto es que no me pierdo tanto, algunas palabras concretas, no es tan importante. Me apoyo mucho en la comunicación no verbal que se agudiza mucho en estas situaciones y en los sentimientos: la risa, el temor, el dolor, el amor es igual en todas partes, lo expresan la mirada, las sonrisas, los gestos, el calor humano...


Un beso de fresas, frambuesas y otras frutas del bosque

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