Sunday, November 20, 2005

 

Extrañas muestras de afecto

Para que no parezca que todo me parece mal y que soy una quejica he decidido entonar un mea culpa y como penitencia escribo este nuevo mensajito.
Ser docente no es tan malo, incluso, de cuando en cuando, tiene sus momentos emotivos.

Frescos en mi memoria están esos instantes que me reconcilian con este mundillo: Un alumno que dice que ha aprendido tal o cual cosa conmigo, otro que se ríe de mis malísimos chistes y no por hacerme la pelota (comportamiento con el que, dicho sea de paso, no estoy en contra), un niño que te hace un dibujito, unos chavales que juntaron sus dineritos para hacerme un detalle de despedida (Eso le hace que le salten las lágrimas hasta a Schwarzenegger).
Alguno que se emociona hasta el llanto cuando ve que ha aprobado (ya pueden estar contentos algunos, más de uno debería ir a llevar una vela a Santa Rita, patrona de los imposibles para dar las gracias por el favor recibido), hacer que le brote una sonrisa a alguna chiquilla que un instante antes estaba llorando, ver cómo se llevan bien entre ellos o cómo se enamoran por primera vez y que mis explicaciones poco pueden hacer para competir con los ojos de la persona amada con quien hace manitas cuando creen que no me entero...

No sería justo olvidar los magnificos colegas que se conocen, muchos de los cuales se convierten en amigos, así que, en fin, la lista es interminable. Me gustaría pasar a la historia como la profesora con la que consiguieron aprender mi asignatura de una buena vez, dado que no lo voy a conseguir, me contento con haber formado parte de sus vidas durante un tiempo y que alguno se lleve un buen recuerdo.

Los adolescentes en crecimiento son pequeñas cositas que andan siempre en crisis lo que les transforma (pa´mi genio que diría Carmen París) en individuos imprevisibles cuyos actos tienen confusa cuando no imposible explicación. Dentro de su forma de mostrar cariño hay colegiales que me sorprenden y aunque agradecida me restan no pocas dudas de si debería alegrarme o afear su conducta.
Me viene a la cabeza un alumno al que había alabado sus dibujos que me ha regalado uno en que aparece representada la misma muerte caracterizada con su guadañita y todo bajo la cual reza la leyenda: "La muerte llora por ti." Yo miré al chaval con ojos como platos pero como sonreía supuse que querría significar algo bueno.

Otra alumna que gustaba de escribir historias de aventuras que dejaba "descuidadamente" en su mesa para que los leyera y que después le diera mi opinión me preguntó si tendría inconveniente en que yo apareciera como uno de los personajes malos-malísimos en su relato -Pero no te mataré- dijo para tranquilizarme. Una vez concluido su texto vi que me había cortado el cuello y me había tirado por un barranco posteriormente. Estaba tan feliz mostrandome su relato que fui incapaz de quejarme. Menos mal que aprobó, no quiero saber que hubiera pasado si no.


Un beso con azucar, rosquillas, chocolate negro y una infusión de bienestar.

Comments:
interesante blog, y entretenido.
por cierto, un nombre precioso ;) yo me llamo igual.
recuerdo con cariño mis años de colegio e instituto, preocupaciones vanales y charlas de los profesores, casi el paraiso. guardo muy buen recuerdo de la mayoria de mis profesores, tu me lo has recordado.
cuando haceis vuestro trabajo con ganas, os quedais grabados en nuestras retinas y nuestros pensamientos, para siempre.
desde aki, una oda a juan narciso que me obligo a leerme el quijote a los 9 años!!! (por aquel entonces le odie ;)
 
Hola Dalia.
Feliz año nuevo, navidad, dìa de Reyes y lo que se acumule... Te mando un caluroso (en sentido literal) abrazo desde el desierto de Sonora en México. Estoy de vacaciones con mi familia disfrutando los lugares de los que me siento dueño, donde no me tengan que explicar expresiones, acentos, palabras clave, etc. Eso te da una sensación de comodidad que es difícil explicar.

Rafael Barceló Durazo.
Hermosillo, México.
 
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