Tuesday, November 06, 2007

 

La terapia de la pataleta (1º parte)

Me sugiere mi amiga Silvia que escriba de mis recientes padecimientos hospitalarios como revulsivo a la rábia que tengo y es probable que tenga razón. Quizás así lo asimile antes porque esto de estar encerrada en casa no hace sino hacerme dar vueltas y más vueltas sobre los porqués y lo que se podía haber hecho y eso no puede ser sano.

Vamos allá: De cómo llegué a sufrir en mis carnes una laparotomía con salpinguectomía izquierda , apendicectomía y miomectomía (y Olé)

La cosa viene de antiguo pero para abreviar diré que tras meses de mucho trasiego en mi cuerpo por diversos doctores en búsqueda de las razones de mi aparente falta de fertilidad y después de haber sido diagnosticada en octubre respectivamente de gastritis y menstruacción irregular no se me descubrió hasta demasiado tarde que después de un mes de dolores y sangrado continuo lo que yo tenía era un embarazo ectópico con rotura de trompa de falopio.

Yo no había estado nunca en un hospital como sujeto pasivo, las únicas razones que me llevan allí es donar sangre o visitar algún familiar o amigo enfermo, asi que cuando en la noche del 25 de octubre me presenté allí doblada de dolor pensé ingenuamente que me darían algún producto mágico que me aliviara y que me permitiera salir por mis propias patitas de camino a casa.

La ginecóloga de urgencias me dijo que había líquido en algún lugar donde no debía estar y que tendría que extraerme parte con una injección para saber si era sangre.
La perspectiva de recibir un pinchazo en una zona que nunca ha visto la luz del sol y en un momento en el que el dolor no te deja acercarte a la zona ni de lejos me asustó. La prueba era tan necesaria como inevitable pero ¿Podría tolerar el dolor? Tenía que pensar en otra cosa rapidamente pero mi mente estaba bloqueada. Miré al enfermero con ansiedad y le dije:
-Cuéntame algo-
-Jo, eres única, en la situación en la que estás y aún me dices que te cuente algo-
Soy única. Para frasecitas tópicas estaba yo en esos momentos
-Oye, que te lo decía en serio. Cuéntame algo. Necesito pensar en otra cosa-
-Es que como me has pillado tan de improviso no se qué decir-
No hizo falta, la médico había aprovechado nuestra conversación para extraerme el fluido
-Es sangre- aseveró- Hay que operar-
-¿operar?¿pero qué día?-
-ahora-
-¿¿¿ahora???-
El shock, el pánico y el dolor han hecho que la memoria de aquel día me parezca casi como irreal. La doctora me contaba los procedimientos pero la información ya no llegaba a mi cerebro.
Recuerdo estar leyendo el papel de autorización de la operación y la anestesia en las que se nombraban las posibilidades de fallecimiento y decidí no seguir leyendo. ¿Acaso tenía otra opción? Sí, podía firmar que voluntariamente había renunciado a operarme como figuraba por detrás del documento pero, realmente, cuando el dolor es tan intenso ya no es una posibilidad ¿para qué seguir asustándome todavía más?

Para entonces mi cuerpo temblaba tanto que no era posible hacerme alguna prueba necesaria. Me preguntaban si temblaba por frio, miedo o dolor pero yo no lo sabía, simplemente no podía parar de temblar. Todo fue muy rápido, casi no dió tiempo a pensar pero me acuerdo del pánico que tenía cuando me llevaban al quirófano que no quise verbalizar delante de Peter para no preocuparlo. Sin embargo, tan pronto me colocaron en la mesa de operaciones tomé la mano de la médico que había más próxima a mi y le dije:
-Tengo miedo-
Me acercaron la anestesia a la cara. No me pareció que oliera a nada en especial y pensé para mi:
-¿Y con esto me van a dormir? Pues no noto nad...-
Lo siguiente que recuerdo es despertarme en la mesa mientras la cirujana me hablaba de lo que me habían hecho en la operación
-Te hemos quitado la trompa que estaba rota.
-Vaya-
-Y un mioma-
-Ah-
-Y el apéndice-
-¿¿¿el apéndice??? ¿pero qué me habeis dejado?Si os dejo el bolso cerca hasta me quitais el dinero-
Luego me enteré de que debe ser una práctica habitual cuando se hace una operación de estas características para evitar intervenciones posteriores en la misma zona y que de todos modos comprobaron que el mio estaba un poco averiado así que un organo interno menos del que preocuparme.

La nochecita de vómitos y dolores me la guardo para mi.

Continuará...

Aprovecho para ofrecer mi agradecimiento sin límite a la doctora de urgencias del centro de salud por su amabilidad y porque no se limitó a darme un calmante , SI me hizo caso y me remitió con urgencia al hospital y gracias también a la persona o personas que donaron generosamente la sangre de las dos transfusiones que recibí.

Besos de algodón de azucar

Comments:
Es inevitable pensar y preguntarse, Dalia, pero debes intentar hacerlo más tarde, dentro de unas semanas. Ahora deberías estar sólo recuperándote, bebiendo algo caliente cerca de un radiador, viendo una peli bonita, oyendo música agradable en buena compañía, leyendo algo tranquilo.

Date, tiempo, Dalia. Cuídate (cuerpo y ánimo) y deja que te cuiden.
Un beso, guapa.
 
¡Ay, mi niña! ¡Qué padeceres! Debe ser horrible que vayas al médico por un dolor de cualquier etiología y acabes en un quirófano casi a empujones. ¡Qué susto, por Dios! Imagino la preocupación de tu marido y por supuesto la tuya propia.
Vaya cantidad d-ectomías te hicieron.
Ojalá te mimen mucho en estos días.
En cuanto a lo de mi cabeza bien puesta...Dalia, Dalia, cómo se ve que no me conoces. Si puedo mañana te dedico un monográfico de mis sintomatología de la neurosis obsesivo-compulsiva. lo que pasa es que yo me lo tomo con un poco de humor. ¡A ver si no....!
Recupérate.
 
Dalia querida, mi más antigua blogmate, entro a tu blog y atestiguo que ha sido muy duro lo que has pasado, lo cual fue un su tiempo una mala noticia, pero ahora puede convertirse en la demostracion de que has superado la prueba del dolor extremo y tu humor sigue intacto, genial, fresco como si nada más te hubieras curado de un resfriado. Te mando un abrazo fuerte (no muy fuerte para no aplastar las heridas) con el mismo cariño de siempre (ah no, con más).

Rafael Barceló Durazo
 
Querida Dalia, es tremendo todo lo que pasó, como dice Cristina, aprovecha la recuperación para consentirte al máximo.Me imagino el azoro y el miedo. La primera vez que me dieron anestesia general yo llamé a cada uno de mis amigos para "despedirme" pues creí que no despertaría jamás. Luego, igual que tu, comencé a decir que "no sentía nad...". Y cuando desperté sentí que estar anestesiada había sido una experiencia increíble. Lo haría de nuevo, jeje.
Pues qué difícil. Te mando un abrazo virtual enorme y espero que te recuperes pronto tanto física como emocionalmente.
 
Cris: Si tienes toda la razón pero la ociosidad es muy peligrosa y como mi abuela, a la que adoro, se pasa todo el día en casa hablándome de todas las repercusiones negativas que tendrá en mi salud hacer multitud de tareas que ni se me pasan por la cabeza intentar y me espanta a las pocas visitas no permitiéndoles hablar y contándoles historias de gente de su pueblo que no conocen o diciéndoles como a mi amiga Silvia que van vestidas muy desvergonzadas cuando la pobre no mostraba ni un trocito de piel pero se le levanto un poco el jersey al sentarse. Ya te aviso si vienes, ármate de paciencia, mi abuela es un encanto pero no te dejará decir ni "mú"

Mila: Gracias por los buenos deseos. Estoy deseando leer tu monográfico.

Rafa: Es cierto, eres el blogger al que más afecto tengo no sólo por todo lo que disfruto en todo lo que escribes sino porque como comenzamos en fechas parecidas en el mundillo de los blog hemos hecho este camino juntos y nos hemos dado apoyo y ánimos innumerables veces.
Gracias por el cálido abrazo

Cuquita: Gracias por los ánimos. ¿de verdad te anestesiarias otra vez? A mi me sentó tan mal la anestesia y la vomité tanto que no se si preferiría un martillazo en la cabeza. ¿Y a ti qué te pasó?


Besos a todos
 
Dalia, espero que te recuperes bien pronto. Siento mucho que estés sufriendo. Te envío un abrazo lleno de energía, buen humor y cariño, para ayudarte en estos momentos difíciles.
Mil besos!!!
 
Me he sentido muy cercano a ti leyéndote. He experimentado tu angustia, tu miedo, tu nad..., igual que tus otros posts son extraordinariamente expresivos y llenos de humanidad. La enfermedad, maldita ella, forma parte de nosotros. No nos gusta, pero está ahí. De eso que has padecido, hubiera muerto cualquiera hace unos cuantos años. Cuando leo a Galdós me imagino un mundo sin esos adelantos médicos y sin esas geniales (o desagradables) anestesias y me digo que el pasado tenía más poesía (no hay duda) pero el presente permite que puedas estar contándonos con atisbos de humor tu experiencia. Recupérate con tranquilidad. Es un placer leerte. Me cuento entre tus incondicionales. Un abrazo con algas y miel.
 
Marona: Muchas gracias, disfruta de tus vacaciones y de los tuyos. tú te morirías de pena con la comida del hospital con lo cocinicas que eres.

Joselu: ¿Un abrazo con algas y miel? ¡Qué interesante! Suena reconfortante, gracias por tu amable post. Es verdad que estar enfermo y dependiente de otros es molesto pero tienes razón que sin los avances de la medicina moderna esto hubiera supuesto en otros tiempos un pasaporte al otro barrio y desgraciadamente habrá lugares dónde la ausencia de médicos y equipamiento quirurgico adecuado mucha gente morirá por dolencias que tiene fácil solución en los paises desarrollados. Una lástima

Marchando otra ración de besos
 
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